sábado, 21 de mayo de 2011

Suerte grela

Desperté con una jaqueca lapidaria. Martillos invisibles me golpeaban sin piedad en la nuca y en las sienes. La resaca de la última botella de Cabernet Sauvignon que guardaba para una ocasión especial, se hacía sentir y apenas podía levantar los párpados.
"Algo tengo que hacer" me repetía sin cesar mientras buscaba los zapatos en ese mundo aparte que existía debajo de la cama.
Me sentía extrañamente afortunada. En la loca timba de la vida se habían rifado un despido laboral y un abandono amoroso y yo me los había ganado.
Era cierto. Nunca fui muy entusiasta del trabajo y San Cayetano no me contaba entre sus fieles seguidores. Hubiera preferido tener a alguien que me mantuviera y vivir en una fiesta de despilfarro, cómoda y feliz. Pero el tipo que se mandó a mudar antes de ayer se había llevado hasta las cubeteras del freezer. Me dejó en la ruina más arruinada, me robó los dólares que escondía en un frasco de Nescafé, mis discos de vinilo (que los podía haber vendido para sacar un mango), una Pentax Reflex y dos medallitas ínfimas de oro. Una lacra.

"Esto parece un gualicho", rabié entre lágrimas. Y ese fue el click. "Gualicho" dije en voz alta. ¿Cómo no se me ocurrió antes? Me puse en campaña inmediatamente. Mi mente desbordaba de ideas que anotaba sin pausa en el reverso de una boleta de luz impaga.
Tenía que improvisar la escenografía, conseguir vestuario, ocuparme de la publicidad y tirarme a la pileta.
Me acordé de la tía Nena. Me reconocí injusta por no llamarla muy seguido pero era un recurso valiosísimo en ese momento.
Antes de que me cortaran la línea por falta de pago, marqué su número y esperé ansiosa a que atendiera. Su voz sonó como un coro de ángeles para mí. La llené de piropos, le dije que la extrañaba y le ofrecí ayuda para limpiar la casa. La vieja que era un primor, desconfió un poco de mi repentino amor pero accedió ante mi insistencia.

Conseguí sacarle unas cortinas con estampado búlgaro en tono bordó, horribles, pero que me venían al pelo. Bijou del año del jopo, unos candelabros de origen chino, carpetitas tejidas al crochet, una nutria embalsamada, un cubrecama en terciopelo negro que después usé como mantel, un par de velones aromatizantes y la perla, el summum fue la calavera de un bicho que no supe definir pero que metí a presión en un bolso de cuero.
No entendía como podía guardar tantas porquerías. Mi tío Jorge la tildaba de cachivachera y yo coincidía en un todo.
Entre la tele a todo volumen, su sordera y el Alzheimer, jamás se enteró de mi incursión. Prometí devolverle todo apenas levantara cabeza. No me escuchó, así que me fui.

Con la casa acondicionada y vestida con una túnica de bambula negra, pañuelo a modo de turbante y una multitud de collares, me lancé a la aventura.
Mi gato Negro miraba curioso desde un estante de la biblioteca el desfile de clientes.
Usaba un mazo de tarot y otro de cartas españolas. Esgrimía sabiamente mis dotes actorales para impostar la voz, para cerrar los ojos y entrar en trance o para dar un veredicto. Mis silencios eran estremecedores y mis miradas decisivas.
Me engolosinaba con la ficción y con los billetes que cobraba.
Pero sucedió que la gente comenzó a renovar su visita. No sólo para repetir la consulta, sino para agradecerme. Me decían que cada uno de mis vaticinios se cumplía.
Al principio creí que era casualidad, pero empecé a dar turnos, porque mi fama había trascendido de barrio y no daba abasto.
No sabía cuál era el truco. Me sentía entre caradura y autodidacta; quería descubrir adónde estaba la magia. Yo no sentía nada especial salvo que el gato se erizaba de vez en cuando o que un chiflete helado entraba de golpe haciendo apagar las velas. No más que eso.

Eran las nueve de la noche y estaba exhausta. Me descalcé y me prendí un cigarrillo mientras contaba la recaudación del día, cuando sonó el timbre. No esperaba a nadie pero atendí. La voz de un hombre en el portero eléctrico pedía por favor que lo recibiera.
Murmuré un rezongo pero le abrí pensando en despacharlo rápido para irme a descansar.
Un joven alto y apuesto se presentó como Edelmiro. "Nombre fuerte" le dije para entrar en clima.
Lo invité a sentarse y su manera de contemplarme, insistente y penetrante, me puso algo incómoda. Una misteriosa fascinación me hizo bajar la vista. Me hablaba y me perturbaba y por primera vez me quedé sin discurso. Mi corazón latía desacompasado y mis manos se tornaron ligeramente húmedas y temblorosas. Las oculté debajo de la mesa.

No recuerdo cómo. No supe cómo.
Una fuerza irresistible me atrajo hacia él y terminamos incrustados el uno en el otro, en el medio de un desparramo de ropas.
Caray. Creo que se fue sin pagarme pero no me importó.

En los trabajos siempre hay avatares. Rachas buenas y malas. Así que al bache que comencé a sentir no le di mayor importancia. Eso sí, lamenté profundamente que mi gato Negro se perdiera, pero conseguir otro no iba a ser difícil.
Tomé el faltante de clientes como un descanso y no perdí mi optimismo. Pero los días pasaban y mis arcas enflaquecían con velocidad.
Una nube oscura me persiguió y pronto devino en desesperación.
Las cuentas comenzaron a acumularse en el buzón y era hora de pagarlas; junté todos los sobres y los fui abriendo uno a uno. Un volante entre las boletas me llamó la atención; en fondo blanco y letras verdes el texto rezaba "MANOSANTA EDELMIRO TE 4752 ....... TAROT - CAMBIE SU VIDA"

Entré en estupor. Quise encontrarle sentido a la tragedia, busqué adentro mío, me pregunté que pudo haber pasado.
Hice memoria, desmenucé cada recuerdo, para encontrar el instante en que él, maldito Edelmiro, había usurpado mi poder. Y me di cuenta.

Fue en el último susurro, en el final, en el que casi desvanecido me pidió, me rogó al oído aquel "Dame todo" y yo como una estúpida, como una imbécil, como una auténtica infeliz no pude oponerme y simplemente, se lo dí.
Y la suerte que es grela, me largó parada.



3 comentarios:

  1. Hola me encanto este cuento esta narracion tuya me parece excelente es exotica es fuerte es maravillosa eso simplemente MARAVILLOSA.
    Te felicito(ojo no soy quien)pero lo hago porque me gusto y mucho.

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  2. Bueno Emili! Bienvenida al blog. Me alegro que hayas disfrutado la lectura y te espero cuando gustes ;)

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  3. Hoy no lo se pero ya me hare un tiempo para "revisar"y a ver que "compro".
    Todavia tengo que poner en orden el mio que me da unos dolores de cabeza y no se porque...
    Segui escribiendo que yo ya sigo al blog

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