miércoles, 2 de enero de 2013

Insomnio

Hace tres días que no duermo. Tres días con sus horas, minutos y segundos. Me acuesto, cierro los ojos y veo una luz blanca intensa. Después se hace roja con siluetas oscuras, que cuando abro los ojos parece que están ahí, pero son los muebles. Los muebles se hacen siluetas oscuras, que incluso se mueven. Pienso infinitos métodos para conciliar el sueño, desde relajarme contando ovejas hasta hacer juegos de palabras. Cuento ovejas, vacas, patos, nubes. Cuento personas. Cuento Bobs Marleys y Pauls Stanleys. Cuento objetos. Sillas, mesas, cuadros. No sé de dónde nace la idea que contando, la gente se duerme. La sucesión de números se dificulta si encima hay que otorgarle una figura. No me sirve. Juego con palabras entonces. Cinco palabras que empiecen con A, después cinco que empiecen con B. Y así sigo hasta la Z. Sustantivos, adjetivos, países, ríos, colores, comidas. Hago como un tutifruti mental contra el sueño, pero nada. Busco una palabra larga, la más larga que pueda. Como sesquipedaliofobia, que es justamente el miedo a pronunciar palabras largas. Y la desarmo. Y formo la mayor cantidad de palabras posibles: seso, pedo, fobia, quise, bípedo,  pedal y 67 palabras más. Me laten las sienes. Me levanto a tomar un vaso de leche. Olvido que la leche me repugna. Vomito. Tomo un té de tilo. Mi abuela todo lo curaba con un té. El tilo tiene propiedades sedantes, como la valeriana. Pero valeriana no tengo. Tengo tilo. Tomar un té y pensar que el sueño va a caer engañado. Pero no. Hay que recordar episodios que no sean traumáticos. Nada de accidentes, muertes y decepciones. Imágenes alegres. Pero tampoco tan alegres como para sobreexcitarse. Algo mediano. O tratar de recordar una canción. Eso es bueno. Pero me pasa que no logro recordar toda la letra, o quién la canta o el título. Solamente una parte que dice  “Ese amor siempre es sincero, sin saber lo que es el miedo no parece ser real. Qué me importa haber sufrido si ya tengo lo más bello y me da felicidad “. Voy a internet, a ver quién la canta. No tengo internet, se debe haber cortado. Vuelvo a la cama. Un baño relaja. Voy al baño entonces. Abro la canilla, reviso que no esté ni muy caliente ni muy fría. Tiro un chorro de shampú, no tengo sales. Espero. Me desnudo, me meto. Está hermosa. Busco una posición para que mis piernas no estén dobladas. Cierro los ojos. Respiro profundo. Aparecen ovejas, personas, números, siluetas, palabras, árboles de tilo, ríos, recuerdos, canciones, Bob Marley que toma leche y  algo parecido al sueño está llegando. 
Me elevo. Es agradable. Tanto como para verme en una bañadera llena de espuma. Creo que algo no está bien. Si hay alguien que soy yo ahí abajo, quién está acá arriba. Mierda. 

Oh mierda.