lunes, 4 de junio de 2012

Animales


Pasa el tiempo y nos seguimos lastimando. Somos bestias que se acechan, que se huelen en el aire, en cortas treguas engañosas. 
Pasamos uno cerca del otro,  con ganas reprimidas. Nos tenemos en cuenta. Somos dos ríos de odio que corren juntos, rozando sus aguas sucias de sangre y carroña. Palabras que muerden la carne. Te veo arrastrando trozos de mí. Lonjas de piel, tendones blancos, músculos rotos. Llevarlos al barro, revolcarlos. Me veo lamerme las heridas profundas, una por una.  En mi cuerpo, pequeño - cada vez más - ya no hay espacio para otra cicatriz.
No me quedo atrás. Levanto las ofensas de piedra y te las arrojo. Trato de acertarle a tu dignidad, me olvido que la perdiste hace tiempo. 
Medimos nuestras fuerzas, distintas pero nada despreciables. Nos conocemos tanto de no habernos tenido nunca. Alguna vez - remota y borrosa - prometimos respetar los territorios, vivir tranquilos, cada uno en su miseria, pero no logramos ignorarnos.
Así estamos, desatando furias contenidas, sin victorias ni derrotas.
Deseamos el próximo combate, esperando encontrar golpes nuevos. Pero nunca anhelamos la muerte. Porque el fin sería dejar de buscarnos, de olernos, de desgarrarnos. Y necesitamos eso, tanto como vivir.
Somos enemigos fuertes. Es nuestra forma de vincularnos. Mis llagas son tuyas y tus entrañas son mías. Y vas a abrirme y voy a herirte,  y vas a tirarme y voy a caer encima tuyo, y vas a dolerme y voy a torturarte, tanto  - tanto - que vas a pedirme más. Pedazos míos en tu boca y partes tuyas en mis manos.
Lejos del amor, el que no pudimos hacernos, está esto: un odio intenso, tangible e infinito del que bebemos sin testigos y a oscuras.

Voy a aborrecerte siempre y vas a despreciarme más. Hasta la última batalla, la que va a llevarse las almas, dejando nuestros cuerpos de animales exhaustos y unidos. 
Mientras tanto, nos seguimos lastimando.