miércoles, 30 de marzo de 2011

Triste y azul

Hoy la gata amaneció rara. Despreció su plato, no ronroneó para pedir caricias. No se frotó en la mesa del living ni afiló sus uñas en el sillón de ratán.
Simplemente saltó por la ventana buscando aire fresco. Decidió dejar el hogar y adivinar el camino que siguió su gato. Su querido gato.
Caminó veredas nuevas, pisó baldosas rotas, pasto, asfalto; esquivó gente apurada, mojó sus patitas en charcos sucios, se infló haciéndose la mala delante de algún perro callejero.
Olió el aire, anhelando una señal. Intuyó que cuanto más se alejaba, más se perdía, pero continuó. El paisaje iba cambiando a medida que transcurría el día y el cansancio la agobiaba, pero más el dolor de no hallarlo. 

La tarde se hizo noche. Un manto azul, salpicado de infinitos puntos de luz, le daban marco a la resignación. Añoró el preludio del amor, el escarceo, el suave roce, el contacto profundo y hasta alguna que otra pelea. Sintió por fin que el intento había sido en vano y que él, había partido para siempre. Feliz habrá de estar, será ese el consuelo.

Trepó a la rama de un viejo árbol, su silueta se dibujó oscura, perfecta a la tenue luz de un farol. Olió una vez más y sus bigotes vibraron. Una estrella caía, surcando el cielo como un augurio.
Una lágrima, rara en un gato, caía también.




viernes, 18 de marzo de 2011

Estrofas

Y quise liberar a mi memoria
de recuerdos que a diario me estremecen
y que levanten vuelo y no regresen
despedir una parte de mi historia.

Pero se quedan y dan vueltas como noria,
caprichosos me persiguen, me enloquecen,
por momentos cobran vida, reverdecen,
destemplando  mi alma con discordia.

Tal vez un día me espere la victoria. 
Un nuevo amor a la vuelta se aparece,
me atrapa, me consuela, me enternece,
y cambia dolor por fresco aire de gloria.