Caminan por ahí haciéndose los distraídos.
Algunos se esconden en los lugares menos pensados. Son tantos que no los conozco a todos, pero se ponen de acuerdo para hablarme a la vez, desordenadamente.
Trepan a mi ropa en una carrera loca por llegar a mis oídos. Unos balbucean tímidos, otros me gritan ofuscados, unos pocos guardan compostura y piden permiso para opinar.
Se pelean, se amigan, coinciden, difieren, sacan conclusiones, se corrigen y esperan que mi mano escriba.
Son respetuosos mientras lo hago, interrumpen si me ven dudar, sugiriéndome temas, finales, adjetivos y sinónimos. Se ríen si me equivoco y festejan si termino con éxito.
Se reparten el premio de la lectura ajena, los comentarios y se retiran hasta la próxima travesura.
Ellos arman la receta y la cocinan. Ellos maquinan y sacan a la luz lo que sola, definitivamente no podría hacer.
Entonces, seguidores incautos que se apresten a leer, ya saben:
Los dueños de este blog, lleno de infortunios, insensateces, delirios, cursilerías, declaraciones inoportunas, tiempos verbales erróneos, repetición de ideas y otros despropósitos de colores variados, son ellos: mi banda de duendes.
A mi, en cambio, me persiguen musas, algunas con formas de gato azul, que de vez en cuando, meten su mano en mi pecho, estrujan mi corazón y me motivan a escribir. Otras veces, me besan las nueronas y sacan lo mejor de mi...
ResponderEliminarAlegría amigo! Mis duendes y tus musas de fiesta, haciendo de nuestras historias lo que deseen. Abrazo, me encanta que estés de regreso ;)
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