Y te prometí silencio
y guardé las palabras
y dormí los recuerdos
y oculté nuestras charlas.
Acuné ese momento
(único) en mi memoria,
clandestino, secreto,
de cuerpos que se abrazan.
El tiempo de tu almuerzo,
se consumió entre sábanas
y tu traje a un lado
mi cartera y mi falda.
Revuelo de caricias,
tu sudor en mi cara,
y tus ojos, mar verde,
minutos que volaban.
Y no nos despedimos,
no nos dijimos nada.
Fue el regreso a la vida,
prolija y ordenada.
Por qué no pensar que hemos pintado el mismo cuadro, la misma tela, Ud. con sus colores y yo con los míos? Por qué no pensar que hemos compartido el mismo sueño? Idéntica pasión.
ResponderEliminarGracias por su comentario, muy bello.
Simple, contundente... y despiadado. Así me gusta.
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