Hoy la gata amaneció rara. Despreció su plato, no ronroneó para pedir caricias. No se frotó en la mesa del living ni afiló sus uñas en el sillón de ratán.
Simplemente saltó por la ventana buscando aire fresco. Decidió dejar el hogar y adivinar el camino que siguió su gato. Su querido gato.
Caminó veredas nuevas, pisó baldosas rotas, pasto, asfalto; esquivó gente apurada, mojó sus patitas en charcos sucios, se infló haciéndose la mala delante de algún perro callejero.
Olió el aire, anhelando una señal. Intuyó que cuanto más se alejaba, más se perdía, pero continuó. El paisaje iba cambiando a medida que transcurría el día y el cansancio la agobiaba, pero más el dolor de no hallarlo.
La tarde se hizo noche. Un manto azul, salpicado de infinitos puntos de luz, le daban marco a la resignación. Añoró el preludio del amor, el escarceo, el suave roce, el contacto profundo y hasta alguna que otra pelea. Sintió por fin que el intento había sido en vano y que él, había partido para siempre. Feliz habrá de estar, será ese el consuelo.
Trepó a la rama de un viejo árbol, su silueta se dibujó oscura, perfecta a la tenue luz de un farol. Olió una vez más y sus bigotes vibraron. Una estrella caía, surcando el cielo como un augurio.
Una lágrima, rara en un gato, caía también.
Hermoso, me llegó al corazón de gata que supe tener, pusiste en palabras justas un sentimiento que no tiene medida. Te quiero, beso
ResponderEliminarGracias Sil! La historia tiene un sabor especial para vos y para mí. Me alegra que te haya emocionado. Abrazo, yo también te quiero.
ResponderEliminarBreve pero intenso, como algunas otras cosas que leí por acá. Más que pérdida, lo que noto son historias que se cierran y se dejan atrás (pero a no desesperar, siempre llega algo más adelante). Buena suerte y más que suerte!
ResponderEliminarSiempre llega algo nuevo, es verdad. Estamos ahí, en esa tarea. Gracias por el comentario!
ResponderEliminarLa gata siguio su camino e hizo bien aunque halla llorado por su gato perdido ahora es libre
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