Se limpió los labios con una servilleta de papel y sin grandes gestos, pidió disculpas y se levantó de la mesa. El nudo en la garganta comenzaba a doler y los ojos se le humedecieron. Abrió la puerta del baño con delicadeza, buscó la llave de luz y se encerró con traba. Casi sin ruido, bajó la tapa del inodoro y se sentó. Justo comenzaron a caer las primeras lágrimas; pesadas, grandes y saladas.
No le gustaba llorar en público porque inmediatamente la nariz, las cejas y la boca se le ponían coloradas. Pero si había que llorar delante de la gente, lo hacía y nada mal.
No se lamentaba ni sollozaba. Sin hablar, sentía dos surcos calientes que ordenaditos caían dibujando líneas en sus mejillas. Apenas quizás un leve temblor en el mentón.
Lloraba por tantas cosas.
De chica su familia, ese raro clan de personas a veces tan ajenas a su mundo, se reía de su llanto. "Cómo vas a llorar cuando te cantan el feliz cumpleaños!". "Por qué llorás cuando te aplauden!" "Ya estás moqueando otra vez!".
Lo cierto, es que esa niña de ojos enormes, tenía la hermosa habilidad de formar delante de sus pies, charquitos de lágrimas. Espejos perfectos, redondos y brillantes.
Las pestañas tupidas y mojadas se le oscurecían y delineaban encantadoramente una mirada triste y profunda.
El desamor, la injusticia, las frustraciones. Los aplazos, los engaños, las derrotas. La muerte, el desencanto, la soledad. La impotencia, el maltrato, el dolor. Un inmenso abanico de razones para llorar.
Y creció. Ahora aparentaba ser una mujer madura, centrada y segura. Con control sobre su vida, con paso decidido. Con la palabra justa, equilibrada, prestando ayuda, serenando espíritus. Calmando angustias de otros, apuntalando hijos, marido, amigos, pacientes.
Pero de vez en cuando, como esa noche, se desprendía de esa mujer, abría aquel abanico y dejaba escapar algún motivo, una causa, algún pretexto. Volvía la niña ahora, con sus pestañas, con su mirada, con sus charquitos y su temblor, pero sin nadie que se riera de ella.
Emiliano! No sabés cuánto aprecio que te tomes un tiempito y pases por acá. Y si, salvo "Fantasmas" y "José" el resto de lo que vengo escribiendo tiene mucho que ver con mis propias historias.
ResponderEliminarTe mando un abrazo!
Dan ganas de abrazar a ésa nenita de ojos grandes, hermoso como siempre, besos
ResponderEliminarGracias Silvina, ese comentario es un abrazo para mi.
ResponderEliminar