viernes, 28 de diciembre de 2012

Hermanas

"... luces, túneles, la vida en un clip, lo irreversible. Dejarse llevar por una fuerza y el raro sentimiento de no saber qué hay después. Ángeles o llamaradas. Paz o castigo. Claridades o la más trágica oscuridad. O la nada ..."


- Habría que cerrarle los ojos.
- Y sí, habría. Pero no sirvo para eso. Dale vos.
- No, me da impresión, no puedo.
- Dicen que cuando quedan con los ojos abiertos, es porque sufrieron.
- Sí. Y cuando quedan con la boca abierta. Como ella.
- También dicen que cuando te mandaste muchas cagadas en vida, al último las pagás todas juntas. Para mí es cierto.
- No digas "cagadas". Errores es mejor.
- Errores? Llamale errores. Entre nosotras sabemos que no fueron errores.
- ......
- Te acordás cuando éramos chicas? Mamá decía siempre que no sabía en qué había fallado, porque no parecía hermana nuestra.
- Pobre mamá, una santa.
- ......
- Cómo luchó para encaminarla ....
- Me acuerdo cuando me empujó por la escalera.
- Cómo olvidarlo.
- Ella siempre lo negó. Falsa.
- Si. Y cuando me quiso quemar con las brasas del asado. Papá la corrió una cuadra.
- Pobre papá. Se murió por ella. Lo dejó seco después del disgusto por el robo. Te acordás?
- Claro, cuando le sacó los ahorros para irse con ese tipo. Cómo se llamaba? Alberto?
- Roberto.
- .......
- Para mí tenía el demonio en el cuerpo.
- Para mí mamá se cayó o algo así durante el embarazo. Y le afectó el cerebro.
- Vos decís?
- Y sí. Si no, no se explica.
- ......
- Qué hay que hacer ahora?
- Habría que despedirse. No la vamos a ver más. Vos sabés que no la vamos a ver nunca más.
- Bueno, empezá vos.
- Hermana: no te voy a decir que lo siento porque no lo siento. Adonde quiera que vayas, alguien se ocupará de que saldes tus deudas. 
- .....
- Ahora vos.
- Hermana ....
- Apurate, viene alguien.
- No sé que decir, no me sale.
- Dale, viene alguien.



- Bueno, usted es el hijo? 
- Sí.
- Si quiere me quedo, si no lo dejo solo para que pueda despedirse. Voy a estar en el pasillo, esperando. Tómese su tiempo.


El hombre se acercó a la mesa de acero inoxidable. Destapó el cuerpo. Reprimió un llanto y lo volvió a tapar.
No percibió las dos figuras blancas, que se fundieron en una nube y ascendieron en forma de espiral, hasta desaparecer.
Un frío intenso y el olor metálico lo envolvieron. Sintió ganas de huir y apresuró las palabras.


- Chau mamá ... Chau. Seguro que te vas a encontrar con tus hermanas.




















2 comentarios:

  1. Hola Cristian, a mí me encantó imaginar la escena y darle las palabras. Qué suerte que te haya divertido. Hay mucho escrito en este blog sobre la muerte; en este caso con humor (raro en mí).
    Me alegra tu visita de nuevo ;)

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