De chicos nos enseñan que hay que decir la verdad. Paradójicamente los padres nos acorralan en la inocencia, utilizando argumentos poco creíbles para obligarnos a no mentir: "Te va a crecer la nariz" "Te va a salir una joroba" "las manchitas blancas en las uñas son mentiras que decís". Pero bastaba una mirada a los ojos para que descubrieran cualquier atisbo falso. Allí estaba la evidencia inocultable.
Crecemos en medio de mentiras. Como si explicar verdades costara o quisieran guardarnos de la realidad. De a poco nos damos cuenta. Después de comprar buzones rojos y lustrosos, de creer en amores que terminan en desencanto o palmadas en la espalda que anteceden una traición.
Quién, suponiéndose armado de la más absoluta desconfianza, no cayó en alguna historia prolijamente adornada de engaños?
Me cuesta mentir. No digo que no mienta. Digo que me resulta difícil.
Porque olvido los detalles o los cambio. Porque hay que tener una memoria prodigiosa, ser extremadamente cuidadoso, construir coartadas, planes alternativos. Y sostener una mentira, es más complicado aún. La mentira me va quedando corta de patas, se tropieza y finalmente se me cae. No sirvo.
Y que me mientan. Uf.
No sé que me duele más. Qué cosa me da más bronca. Si la mentira misma o darme cuenta de lo imbécil que fui. Si descubrirla porque alguien me abrió los ojos o por mi propia deducción.
Y si desmantelar una mentira supone un éxito, será de esos que me llenan de tristeza; tal vez porque debo reconocer que soy vulnerable y a la vez desconocer si será la última o cuál será la próxima.
Internet es uno de los escenarios más propicios para mentir. No nos vemos, nos camuflamos. Se construyen realidades falsas, porque la vida de "afuera" no tiene guión para corregir. Porque la verdad que le toca a algunos es tan triste y dolorosa que esconderse en un perfil, aplaca los sinsabores y las penurias. Personajes, como los que salen de los cuentos.
Pastores que piden ayuda por diversión, lobos astutos timando niñas ingenuas, brujas malvadas y tramposas que merodean por ahí.
Me quedo en mi bastión. La misma mirada que me delataba es la que busco para descubrir la verdad.
El resto, es puro cuento.
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